Bajo una nueva identidad conformada por un pasado indígena y por la creencia en las bendiciones de Dios al otorgarles los favores de la Virgen María, la sociedad novohispana del siglo XVIII se preparaba para recibir las nuevas ideas surgidas en Europa.
Pensadores como Montesquieu, Rousseau y Voltaire tuvieron gran interés en la educación y el aleccionamiento de la razón. Desde entonces, la observación, la experimentación y las matemáticas serían la clave del conocimiento científico. Así influidos, los intelectuales novohispanos criticaron duramente supersticiones como la astrología y la brujería, basados en las ideas de Jerónimo de Feijoo, quien retomaba los valores seculares de Roma y Grecia antiguas.
Entre los logros de la Ilustración novohispana se puede mencionar la propagación de las ideas sobre los derechos del individuo, la soberanía del pueblo y de cada nación, el estudio de la economía política y el apoyo a la minería, la agricultura, la industria, las ciencias y las artes.
El criollismo, como corriente de identificación nacionalista, encontró a sus mejores exponentes y difusores en el medio eclesiástico. Este es el caso de José Antonio de Alzate y Ramírez, autor de un plano total de la Nueva España destinado a mostrar a propios y extraños la grandeza de la patria criolla.