Opinión de un experto
Arquitectura y estilo escultórico en La Venta
En el primer milenio antes de nuestra era (1200-400 a.C.), La Venta, ubicada en Huimanguillo, Tabasco, fue una ciudad de primer orden en el México antiguo. Se distingue por su escultura monumental, su traza arquitectónica planificada y sus espléndidas ofrendas a base de objetos de jade.

Situada en una elevación natural de unos 20 metros de altura, la antigua ciudad olmeca tenía una extensión de al menos 200 hectáreas. Estaba circundada por tierras bajas que hasta la fecha se inundan cada año, así como arroyos, ríos y lagunas de agua dulce y salada, mientras que el mar se encuentra a 15 kilómetros al norte. En las márgenes de los ríos se desplegaban pequeños asentamientos dedicados a la agricultura, la pesca y la caza, además de la recolección de múltiples recursos naturales de tierra firme y acuática que abastecían al asentamiento principal. Los ríos no sólo eran una importante fuente alimenticia, sino que también servían como vías de comunicación primarias.  La arquitectura de la ciudad fue principalmente de tierra, es decir, una mezcla de arcilla y arenas compactadas. La piedra se utilizaba poco, ya que tenía que importarse de sitios ubicados a 50 y hasta 100 kilómetros de distancia.

Los pobladores de este asentamiento construyeron un basamento piramidal de 30 metros de altura —el de mayores dimensiones para 400 a.C.— y plataformas que en algunos casos superaron los 300 metros de longitud. Estos edificios fueron levantados creando hileras con un eje norte-sur de más de 1,000 metros de largo.

La escultura monumental de piedra estaba íntimamente asociada a la arquitectura. Los altares olmecas —prismas rectangulares con una figura humana sedente emergente de un nicho central— se dispusieron en pares y estaban asociados a estructuras piramidales. En tanto, en los extremos norte y sur de la ciudad se localizaron tríos de esculturas monumentales (entre ellas, tres cabezas colosales); probablemente indicaban los accesos principales. Al pie del edificio principal se hallaron seis lápidas labradas en bajorrelieve, las cuales denotan la interacción entre eventos históricos y entes sobrenaturales.

En el pequeño recinto ceremonial, al norte del basamento piramidal principal, se encontraron 50 ofrendas, muchas de ellas con objetos de jade, además de cinco ofrendas masivas. Estas últimas son depósitos de toneladas de bloques de serpentina —importada de Oaxaca— en oquedades de alrededor de 15 por 19 metros y 7 metros de profundidad, ubicadas debajo de ciertas estructuras o en las pequeñas plazas o patios. En el relleno de arcilla y arenas que las cubrían se colocaban conjuntos de cinceles votivos manufacturados en jade o serpentina.

La famosa Ofrenda 4, con sus 16 figurillas y seis cinceles labrados en serpentina y jade, fue emplazada en el relleno de la Ofrenda Masiva 3.

Por último, figurillas, orejeras, collares de cuentas, punzones y canoitas (embarcaciones pequeñas), entre otros artefactos, formaban parte de los ajuares funerarios o de diversa índole.
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